Bonino

Miguel Ángel Bonino

sinfonia de color


Si bien Bonino manifiesta expresamente su intención de jerarquizar el arte de la cerámica, la monumentalidad de su obra no resulta de un presupuesto, sino más es la culminación de un impulso, es un destino, que se cierra en la forma. Bonino trabaja como escultor, y la diferencia de su trabajo con el escultor que moldea radica en los materiales y en los ajustes técnicos propios de cada procedimiento. A partir de este punto se separa de la cerámica clásica y despliega su universo simbólico, erige sus piezas sobre un delgado eje que busca la altura expandiéndose en todas las direcciones, como queriendo levantar vuelo. Algo hay de común al árbol y al pájaro en estas figuras, aunque se resumen en pareja humana, en madona, o en familia.
El universo simbólico de Bonino es claramente un abstracto americano que lleva el sello de los setenta en el tratamiento de los materiales y en la libertad a la que aspiran sus formas de contornos suaves y definidos, que llaman a tacto y al recorrido sensual de la mirada.
Un capítulo aparte lo constituye el color. Aquí Bonino ha puesto tanto énfasis como en el arduo y minucioso trabajo de acoplamiento de piezas que constituyen la figura, sólo que con sus pastas coloreadas ha logrado todos los matices del ocre americano y los más voluptuosos colores puros de ánimo fauvista. El hecho de que Bonino trabaje directamente con pastas coloreadas expresa que la obra se erige íntimamente en la materia y el color, que el aliento de la inmediatez está resuelto en un acto primario que se clausura en una sola cocción, que no es un aditamento posterior, decorativo.
http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2012/11/29/escenariosysociedad/SOCI-06.html

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